El yoga ha tardado miles de años en viajar desde un puñado de monasterios repartidos por las montañas del Himalaya hasta la miríada de estudios que pueblan Londres, el Bajo Manhattan y otras ciudades del mundo. En este momento crítico de la historia del yoga, el fotógrafo Michael O’Neill ha decidido experimentar y registrar su mundo, ya sea bañándose con hombres santos en el Ganges o uniéndose a un coro de mil voces entonando “om”. El resultado es un poderoso homenaje fotográfico a una antigua disciplina convertida en fenómeno global, con más de 250 millones de practicantes en todo el mundo conectados a través de una práctica física, espiritual y consciente.
Famoso por sus fotografías de famosos, O’Neill se propuso primero retratar a los yoguis más influyentes de nuestro tiempo: B. K. S. Iyengar, T. K. V. Desikachar y Gurmukh Kaur Khalsa, entre otros, así como a personalidades conocidas por integrar el yoga en sus vidas, como Donna Karan, Sting y Trudie Styler. Pero a medida que profundizó en el yoga y la meditación, sintió el deseo de ir más allá de las celebridades y de las posturas para documentar las raíces del yoga. A lo largo de diez años, O’Neill viajó a pie más allá de los epicentros tradicionales del yoga para meditar con monjes en la meseta tibetana, vivir con sadhus en sus tiendas de campaña durante el Kumbh Mela y maravillarse con los niños que practican la poco conocida disciplina del mallakhamba en los campos de lucha libre de Kochi.
Este extraordinario trabajo cuenta la historia del yoga como nunca antes se había contado a través de casi 200 fotografías. Dos de los sujetos fotografiados más importantes de O’Neill, el maestro de meditación su santidad Swami Chidanand Saraswatiji y el yogui Eddie Stern, se unen a la conversación con sus ensayos sobre el papel del yoga en la cultura contemporánea, la historia de la práctica desde la época de Patanjali y el poder curativo de la “arquitectura de la paz”, una serie de posturas que acercan al practicante a tocar el infinito.