La obra que aquí prologo es el resultado de dos trabajos académicos que por su temática se complementan, llegando, en lo fundamental, a idénticas conclusiones en cuanto a nuestra historia reciente. Concretamente la Segunda República, Guerra Civil y el Régimen de Franco. Los períodos que actualmente se pretende, en un alarde de totalitarismo embrutecedor, condenar en su conjunto, y eliminar del tiempo para establecer una narrativa oficial que pudiera legitimar la acción política, a corto, medio y largo plazo del Gobierno. Un Gobierno, el de Pedro Sánchez, visceralmente antiespañol, formado por una coalición de enemigos de España, que, cuando escribimos estas líneas —2022— se dispone a la demolición de la nación española en todos los aspectos: material, territorial, histórico, y, lo que es más grave, —y sirve como colofón de lo anterior— espiritual. Porque, en definitiva se trata de matar su esencia; la que configuró nuestra nación hace mil cuatrocientos años, le dio vida y la mantuvo firme, frente a todas las pruebas, adversidades y desafíos; en el éxito y en el fracaso, invariablemente fiel, a su raíz, a pesar de todos los ataques sufridos —que, indudablemente, tantos daños han causado ya en sus mismos cimientos—, hasta nuestros días; soportando un asalto multisecular, cuyo inicio podemos reconocer ya en la Edad Media, para cambiar de rostro y técnicas de combate en la modernidad. Culminando en la demencial negación de la realidad que estamos viviendo, con acrecentada crudeza, desde los comienzos del presente siglo, en el que los herederos apóstatas de la civilización cristiana pretenden convencernos, incluso a los que hemos llegado a recibir el testigo de nuestros padres, de que el Bien, la Verdad y la Belleza no existen ni han existido jamás; ocultándoselo a quienes no han tenido tiempo o posibilidad de formarse; y silenciándonos, si tratamos de dar testimonio de lo que conocemos y creemos, a las generaciones que llevan adoctrinando en la mentira desde 1976. Pretenden quienes detentan el poder asestar el tajo final a nuestra identidad, única y universal a un tiempo, para que su tristísimo paso por la historia no sea un episodio más de la anti-España, tratando nuevamente de destruir la Patria a la que seguimos perteneciendo, por mucha ira y frustración que eso les acarree. Esta vez creen, quizá, poder conseguirlo, a pesar de todas las pruebas que la Providencia, a lo largo de la Historia, nos ha dado de lo contrario. Parecen estar más cerca de su objetivo que nunca, pero vuelven a equivocarse, como antes lo hicieron todos los que, desde fuera o dentro de España, han intentado, con gran despliegue de medios y maniobras, alcanzar el mismo objetivo.