El autor examina la fuerte conexión entre la naturaleza humana y el verdadero renacimiento de las personas. Un carácter virtuoso está más abierto a la relación comunitaria, pero exige motivos claros para vivir. El virtuoso se compromete más con las cuestiones morales, y explora con interés la relación activa entre Dios y el hombre.
La educación a la luz de una cosmovisión cristiana, integradora de toda la persona, se ve desafiada en nuestros días por diversas ideologías, y llega a considerarse algo irracional para una mente moderna. Para educar el carácter bajo una óptica cristiana, James Arthur revaloriza el fundamento teórico neoaristotélico-tomista como una opción de enorme atractivo para investigadores y estudiantes de educación del carácter, educación religiosa y filosofía de la educación.