Todo ser humano puede ofrecer al mundo muchas sorpresas, aportar pensamientos nuevos, soluciones originales, actuaciones únicas. Es capaz de vivir su propia vida, y de ser fuente de inspiración y apoyo para otros.
A veces, conviene recobrar la mirada del niño, para abrirnos a la propia novedad —y a la de cada persona —, y así descubrir el desafío que encierra cada situación. El mundo será lo que nosotros hagamos de él. Al menos, nuestro mundo es lo que hacemos de él. Nuestra vida es lo que hacemos de ella.
Somos libres, a pesar de las circunstancias adversas que nos pueden rodear e influir. Y no solo tenemos el derecho, sino también el deber de ejercer nuestra libertad.
Justamente hoy es más necesario que nunca que tomemos conciencia de la gran riqueza de la vida humana y busquemos caminos para llegar a ser “más humanos”, y no personas asustadas o empequeñecidas.